Sino

Tu corte, no.
Tu porte, no.
Tu ritmo, no.
Tu orden, no.
Tu historia, no.
Tu corte, tu porte, tu ritmo, tu orden, tu historia, no.
No a mi debilidad.
No a mi tentación.
No a mi espera.
No a mi perdón.
No a mi sí. No a vos, así.

Solo sí, rizomáticamente.

Ni a la esquina.

¿Hasta cuándo va a seguir esta ridícula guerra? Donde los que pelean son grandes gigantes que defienden sus propios intereses y no los nuestros, los mios, los tuyos. No quiero escuchar más a las voces alzarse defendiendo banderas que en realidad no tienen ningún color. No es nuestra guerra la que estamos peleando. Atrás, donde nadie lo ve, todo sigue igual. Y cuando termine, vamos a volver a perder, todos. Nosotros. Los que siempre perdimos, los que siempre perdemos. Ni de un lado, ni del otro. Yo me ubico en el medio. Entre ustedes, pero frente a ellos. Y así, levanto mi bandera, la nuestra, la única.

Mis, cosas de todos los días

El ruido de los motores, de las ruedas presionando el asfalto, la tarde y el sol que se va. Caminamos juntos, en equilibrio. Las palabras saben como enredarse, entre la risa y nuestra juventud, tan efímera. Ella genera una exclamación de ruptura, de quiebre. Él la mira y no entiende. Se preocupa y quiere saber qué le pasa, le pregunta, pero en ese segundo ella empieza a reír. A carcajadas, guturales, espasmódicas, de pómulos rosados y ojos brillantes. ¿Qué te pasa? Verde; bajo la zapatilla, alrededor, consistente y esponjoso.

Caminas despreocupada, el viento roza tus mejillas, el sol ilumina tu pelo, tus pasos tienen ritmo, tu cuerpo es canción y de golpe zaplum, blam, plaff. Un scratch golpeó tu hombro. No mires, no querés ver. Hay cosas que son mejor no verlas, aunque sepas que están ahí. Bueno, está bien, solo un poquito. Espía. Y sí, era evidente, te dije que no era una buena idea. No te pongas así, no es nada grave. Todo tiene solución. ¿Hace falta que te lo diga? ¿Es necesario? Bien, te cagó una paloma.

¿Para qué seguir negándolo? Ya está, lo asumo.
Tengo una relación con la mierda, profunda, consistente y esponjosa.

En el fondo, un vacío de colores.

Hay azul por todos lados y en ningún lugar. Lágrimas golpean, empujan. No pueden salir, ya ni saben cómo. Pluralidad de presencias rondando, dispuestas a enredar cada momento. Cuando había orden, estalla. Estallas ante mi ausencia de vos. No creo, no puedo, no espero, no más. NO DEBO. Y sin embargo, de vez en cuando, volvemos a ese lugar.