Entendí
de mis locuras,
de personas muertas
y ríos vacíos.
Supe que nunca
iba a ser suficiente.
Te escuché y
a lo mejor,
no vuelva a hacerlo.
Ya me nombro distinto
y guardo tu recuerdo,
irrelevante
de coches y tambores.
Bajo una luna de lluvia
accidentados besos
lejanos, impacientes.
Fue mi suavidad innecesaria
y nuestro olvido imperdonable
accidentados besos
lejanos, impacientes.
Fue mi suavidad innecesaria
y nuestro olvido imperdonable
Aún persiste aquel anhelo de regresarte.
Precioso texto. Críptico, pero sublime, como todo lo que hacés.
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